Cuando una operación es más complicada que una simple llamada a un método se crea un objeto que albergue la operación y se ejecuta. Se encapsula la funcionalidad en el objeto y se le pasan los parámetros adecuados para su correcto funcionamiento.
Este patrón establece una interfaz común que permite ejecutar las operaciones de forma uniforme así como extender el sistema con nuevas operaciones de una forma sencilla.
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